Depresión en perros
- Wendy Torres
- 22 dic 2024
- 2 Min. de lectura
Al igual que los humanos, los perros también pueden sentirse tristes y desanimados. Así como, es fácil notar cuando un perro está contento y es feliz —ya que permanece activo, mueve la cola, te persigue, brinca, juega y hace lo posible por llamar tu atención—, también es sencillo percibir cuando un canino está cabizbajo y triste.
Lo primero que se debe hacer es llevarlo al veterinario clínico para una consulta e identificar el problema. En ocasiones muchas de las conductas del perro pueden ser el resultado de algún problema físico y no necesariamente estar relacionadas con la depresión.
De acuerdo con The American Society of Animal Behavior, la depresión en los perros tiene signos similares a la depresión en los seres humanos.
Las señales más comunes son:
• Que cambie radicalmente sus hábitos alimentarios, ya sea, que deje de comer o que lo haga de manera excesiva.
• Cuando no tiene interacción con otros perros y se aparta de otros perros o humanos, ya sea, en el hogar o en un espacio público.
• Falta de interés por realizar actividades como correr o salir a caminar.
• Suelen dormir más.
• Por el contrario, pueden mostrarse más nerviosos e inquietos lo que les impide conciliar el sueño.
• Pueden presentar conductas fuera de lo normal como gemir, llorar frecuentemente, ir de un lado a otro, apegarse excesivamente al tutor o esconderse. También pueden demostrar comportamientos autodestructivos como golpearse contra las paredes, automutilarse o dejar de comer.
Las causas de la depresión pueden ser:
• La muerte de un ser humano que lo ha acompañado durante mucho tiempo.
• La muerte de otro animal de compañía con el que convivió.
• La llegada de un nuevo animal de compañía o un nuevo bebé.
• Una mudanza o un cambio de rutina.
• Haber pasado por una situación estresante.
• Cambios en el clima, cambio radical de temperatura, ya sea, mucho frío o mucho calor.
Es importante que los tutores enfrenten el problema antes de que la situación se agrave y llevarlos al Etólogo clínico o Especialista en Medicina de la Conducta, ya que, la mayoría de los casos pueden ser tratados exitosamente con modificación conductual y enriquecimiento ambiental, sin tener que llegar a la necesidad del uso de fármacos.





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